Que tiempos aquellos, del polvo, los derrumbes y los precipicios.
Cuando la llorona caminaba gritando en la quebrada y un arriero tuerto preguntaba por el ojo que traía en la punta del zurriago (el que lo veía se moría).
En los charcos verdes habitaba una sirena, se peinaba cadenciosa alumbrada por la luna y el que la miraba se rendía de amor.
Tomar aguapanela a la hora de los tragos y, cuando el sol quemaba, claro.
Subirse a un palo con hormigas y acabar con todas las guayabas. Saltar de piedra en piedra, clavarse de una rama al charco y extasiarse con un sapo.
-Mama! Mira cómo corren los tejados, cuando vamos en bus con escalera, y las mulas cómo miran asustadas.-
-Fo! Que gente tan cochina! Esto apesta a pescao' y caña.-
-Cállese mijito y no se queje, quiusté’ va sentao’ piense en toda esa gente que va en el capacete.
"Veo a ese hombre volver a bajar con paso lento pero igual hacia el tormento cuyo fin no conocerá. Esta hora que es como una respiración y que vuelve tan seguramente como su desdicha, es la hora de la conciencia" (A. Camus)
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Que tiempos aquellos,
del polvo, los derrumbes
y los precipicios.
Cuando la llorona caminaba
gritando en la quebrada
y un arriero tuerto
preguntaba por el ojo
que traía en la punta del zurriago
(el que lo veía se moría).
En los charcos verdes
habitaba una sirena,
se peinaba cadenciosa
alumbrada por la luna
y el que la miraba
se rendía de amor.
Tomar aguapanela
a la hora de los tragos
y, cuando el sol quemaba, claro.
Subirse a un palo con hormigas
y acabar con todas las guayabas.
Saltar de piedra en piedra,
clavarse de una rama al charco
y extasiarse con un sapo.
-Mama! Mira cómo corren los tejados,
cuando vamos en bus con escalera,
y las mulas cómo miran asustadas.-
-Fo! Que gente tan cochina!
Esto apesta a pescao' y caña.-
-Cállese mijito y no se queje,
quiusté’ va sentao’
piense en toda esa gente
que va en el capacete.
Gracias Sísifa.
Besos.
By grandchester, at miércoles, 11 julio, 2007
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